¡Buenos días!
Los que me sigáis en Instagram, habréis visto que esta mañana os
anunciaba que os contaría la historia de cómo una cola de bacalao
pasaba de ser una ensalada malagueña a un plato típico manchego, pues aquí
vamos!
Estamos en época de bacalao, no creo que a nadie se le haya
escapado esto, y la semana pasada tenía un casa un trozo que me había sobrado
de preparar un potaje de esos típicos de estas fechas. Mientras lo guardaba en el frigorífico rápido se me ocurrió hacer con él una ensalada malagueña que desde que la descubrí me
encanta. Tan feliz estaba yo con mi idea de prepararla hasta que me levanté el
sábado con 2ºC y una niebla espesa a más no poder, pues va a ser que ya no me
apetece la ensalada… Y pensando qué hacer con el bacalao me vino a la cabeza uno de
esos platos típicos de mi familia, de esos que hace mi abuela cuando nos
juntamos a comer en invierno, y no me lo pensé más.
Ya sabéis que soy fan absoluta de la cocina sana. Me gusta
comer de todo y sobre todo, me gusta comer, y en los últimos años he descubierto
que funciono mejor si en lugar de privarme de las cosas que me gustan, las como
cocinadas de una forma más ligera. Así puedo seguir disfrutando sin problema de los
platos que se han hecho en mi casa siempre. Es la misma filosofía que seguí con mi pastel de carne fit, cuando versioné una receta de mi madre. Si aun no lo has probado puedes ver la receta aquí.
En este caso lo que os traigo es la receta del Atascaburras manchego. En casa siempre
lo hemos comido los días de más frío, y lo tenemos por un plato muy contundente
y calórico. De hecho su nombre deriva de "hartar hasta a las burras" y su origen está en la Mancha y la serranía de Cuenca. Allí lo
comían en invierno para entrar en calor, incluso en muchos sitios se dice que
como más rico está es cocinado con nieve fundida (a ese punto no llegaremos
aquí, no os preocupéis).
El caso es que mirando los ingredientes no son para tanto,
más bien son bastante sanotes, así que modificando sólo un poco la forma de
preparación podemos conseguir una versión bastante más ligerita. Y eso es lo
que os traigo hoy, ¿os animáis con él?
Ingredientes (2 raciones):
- Bacalao en salazón
- 2 patatas
- 1 huevo
- 1 diente de ajo
- Nueces
- Sal
- Aceite de oliva
Ya veis que en cuanto a ingredientes no tiene ninguna
complicación. Lo primero de todo es desalar el bacalao de forma adecuada. Yo lo
lavo un poco y lo pongo en agua el día antes de cocinarlo.
Para empezar se cuece el huevo. Así dará tiempo a que se
enfríe mientras preparamos el resto.
Por otro lado cocemos el bacalao. Pueden ser migas, un trozo
de cola como tengo yo, o el trozo que mejor os convenga. Una vez cocido se
desmiga y se reserva. Guardamos también el agua de cocción.
El siguiente paso es cocer las patatas. Aquí tenéis varias
opciones. Podéis pelarlas y cocerlas en el agua del bacalao, para que vayan
cogiendo el sabor. A mí en cambio me gusta cocerlas con su piel, y aunque las lave antes
no me hace gracia cocinarlas en el mismo caldo que quiero utilizar después, así
que las cuezo aparte.
Mientras las patatas se cuecen vamos pelando y troceando el
huevo y las nueces y los reservamos.
Mi abuela siempre ha preparado este plato en una cuenca
grande de barro que tiene. En mi caso, lo hago en este plato, que aunque es más
pequeño también es de barro, para que guarde el calor.
Se pela el ajo (y yo aprovecho para quitarle la simiente) y
se macha con la mano del mortero en el lugar donde vayamos a preparar el plato.
Una vez cocidas las patatas se pelan y se trocean en el
mismo sitio que el ajo. Con la misma mano del mortero vamos machacando la
patata. Y aquí es donde viene la parte diferente. Mi abuela va añadiendo aceite
de oliva mientras machaca las patatas, para que el puré vaya ligando y coja una
textura suave. Como en este caso estamos haciendo una versión healthy yo voy añadiendo poco a poco el
caldo del bacalao mientras voy aplastando las patatas para hacer el puré.
Una vez que la patata tiene una
textura que me guste pruebo la sal, no suelo hacerlo hasta este punto porque muchas veces es suficiente con la sal que aporta el agua de cocción del bacalao.
A partir de aquí sólo queda añadir el bacalao desmigado, el huevo troceado y las
nueces (reservar un poco de ambas cosas para decoración). Se mezcla todo bien y
se decora con un poco de huevo cocido, unos trozos de nueces y, ahora sí, un
buen chorro de aceite de oliva.
Espero que os guste esta receta, y que aunque sea sólo una
vez, os animéis a probar la versión de mi abuela… está increíble de buena.
Bon Apetit!
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